Test de intolerancia

Se suele considerar únicamente como una herramienta para perder peso, sin embargo su utilidad va mucho más allá. Existen numerosos trastornos que pueden tener su origen en una intolerancia alimentaria y que podrían solucionarse adaptando la dieta a los resultados revelados por el test. A continuación veremos las distintas molestias o trastornos que podríamos llegar a corregir con la información que nos da un test de intolerancia alimentaria y posteriormente adaptando nuestros hábitos.

• Trastornos endocrinos: en personas obesas que no responden a los tratamientos habituales de adelgazamiento se han experimentado pérdidas de peso al eliminar de la dieta los alimentos indicados.
• Trastornos gastrointestinales: dolores abdominales, estreñimiento, diarrea, vómitos, estreñimiento, hinchazón, síndrome de colon irritable.
• Procesos dermatológicos: acné, eczema, psoriasis, urticaria, picor.
• Trastornos psicológicos: ansiedad, depresión, fatiga, hiperactividad (en niños).
• Molestias respiratorias: asma, rinitis, dificultad respiratoria.
• Trastornos cardiorrespiratorios
• Molestias neurológicas: dolor de cabeza, migraña, mareos, vértigos.
• Otros: artritis, fibromialgia, articulaciones inflamadas.

Realizamos dos tipos de test de intolerancia alimentaria:

• Test Sanguíneo o Test IgC: Mediante una extracción sanguínea, podemos conocer la intolerancia de nuestro organismo frente a más de 100 alimentos de la dieta mediterránea y así, saber qué alimentos pueden ser perjudiciales para nuestra salud.
• Test del Aliento: En casos de sospecha de intolerancia a lactosa y fructosa. En éste caso se mide la producción de hidrógeno y metano en el aire espirado, tras la ingestión de lactosa o de fructosa.

Una vez obtenidos los resultados del test, se entregará un completo informe, dónde se explicarán sus intolerancias, como puede pueden sustituirse esos alimentos por otros, para no seguir una dieta deficitaria en nutrientes.